Guadalajara de fiesta con su primer Corona Capital

The Killers, Alanis Morrisette y David Byrne se robaron la jornada del Corona Capital GDL, y sedujeron a un público que se les entregó por completo, en la primera edición de este festival en la ciudad, que se realizó en el Foro Alterno de la UdeG, que estrenó instalaciones ampliadas y dio una nueva vida a un área del Centro Cultural Universitario que más bien se encontraba olvidada. Para desagrado de muchos vecinos, por el tráfico y el ruido, pero para agrado de algunos tantos que, sin pagar boleto, escucharon, aunque sea de lejesitos a artistas de talla internacional.
Fueron 13 horas de música y los escenarios estuvieron sincronizados prácticamente todo el tiempo. La jornada comenzó temprano o incluso desde la noche anterior para cientos de personas que abordaron un autobús desde otras ciudades para venir al Corona; Celaya, Querétaro, Mazatlán, Puerto Vallarta, y hasta CDMX, se podía leer en los parabrisas de los camiones que comenzaron a llegar desde las 11 de la mañana. Cuando la música comenzó a sonar en vivo, poco antes de las 2 de la tarde, en muchos de estos camiones la fiesta estaba adentro. Los viajantes, en su mayoría jóvenes, charlaban y reían aún a bordo, mientras tomaban cerveza, cerveza que consiguieron afuera a un precio que adentro, sabían, sería imposible. Además “hace calor y hay que entrar puestos… frescos y puestos”, se escuchó decir a uno de ellos mientras se acercaba a la entrada principal del foro. La otrora muerta en esta zona de Zapopan, avenida Enrique Díaz de León.
A esa hora apenas decenas de personas disfrutaban del arranque del Corona con Frank Turner, Darwin Deez y Jarami. Se convirtieron en cientos cuando la banda neoyorkina Penguin Prison arribó al escenario y en medio del sol fue la primera agrupación que puso a cantar a los tapatíos, con éxitos que sólo dos estaciones tocan aquí: RMX y Radio UdeG. Don´t Fuck With My Money fue la más coreada, pero Show Me The Way no se quedó muy atrás, y a pesar de ser nueva, tampoco Turn It Up. Para entonces ya se notaba que, a diferencia de otros conciertos, el grito de “¡Otra, otra, otra!”, aquí no surtiría efecto. Cosa que los Penguin compensaron regalando las uñas de sus guitarras y las hojas con su setlist que los presentes fangirlearon a más no poder.
Pasadas las 3 de la tarde, y con una temperatura de 34 grados, llegó el momento de meterse a una alberca y dejarse llevar. Una alberca no llena de agua sino de música electrónica definida como “Daytime Disco”. Desde Los Ángeles, Poolside hizo mover el cuerpo a los tapatíos y fuereños que ya para entonces se empezaban a contar por miles. Sus deliciosas y refrescantes Leila y Feel Alright hacían cerrar los ojos y voltear al cielo mientras levantando las manos la concurrencia se movía de un lado al otro. Harvest Moon fue la delicia de la voz masculina rara pero tranquilizadora reservada para el final del acto, y dio muestra de por qué tiene 18 millones de reproducciones en Spotify.
Apenas terminaba el viajecito suave y refrescante con los angelinos cuando en el otro escenario, desde Denver Colorado, ya sonaba Tennis con Alaina en la voz y los teclados, y Patrick en la guitarra electríca. Alaina con unos lentes de sol enormes, que sin embargo se veían chiquitos en medio de su cabellera china larga y esponjada. In The Morning I´ll Be Better y Ladies Don´t Play Guitar, además de Diamond Rings, fueron las más aplaudidas. Aunque el momento del mayor aplauso fue cuando Alaina le presumió a los presentes, algo que sus fans ya sabían, que el vato de la guitarra “its my housband”.
Momento feliz Número 3
Tennis en #CoronaCapitalGDL pic.twitter.com/72k4hUKhi7
— Ricardo Salazar ♔ ♌🏳️🌈 (@salazargdl) April 8, 2018
Matt and Kim ya esperaba en otro escenario a quienes los conocían y los que no, para sorprenderlos con una dosis energética que contrastó inmediatamente con los proyectos musicales anteriores. Una batería y un teclado fueron suficientes para que el proyecto de Brooklyn pusiera a brincar al público como loco. Bueno, no… también hizo falta que ellos hicieran lo propio y contagiaran la energía. Matt dejaba a cada rato el teclado para brincar por todo el escenario e invitar a los tapatíos a hacer lo mismo “¡Más alto, más alto!… y mientras él brincaba ella le daba con más fuerza a la batería. Ya la cosa estaba muy prendida cuando Matt dijo a los presentes que tenía un montón de globos y que los iba a lanzar para que los inflaran, con una condición: que al contar hasta tres, los lanzaran por los aires, y el siguiente haría lo mismo a la nueva cuenta de tres, entre canción y canción. Y así fue. Aquello se convirtió una fiesta infantil, que mutó en porno, pues mientras la rola sonaba y los globos volaban, la producción lanzó al público otros inflables, juguetes sexuales en forma de un negro con un pene gigante y muy bien inflado, y de una güerita con la bocota abierta. Volaron por entre le gente de un lado a otro, y de arriba abajo, sorprendiendo a uno que otro desprevenido al que de repente le caía un pene en la cabeza. “En sus shows en locales privados, no dejan entrar menores de edad”, me decía mi fotógrafo. Acto seguido, Kim invitaba a las y los presentes a mover sus tetas con ella, al ritmo de la bataca. Bataca a la que luego se subió Matt y tocó al mismo tiempo que Kim una poderosa sesión de percusiones. Hey Now, Forever y Overexposed, serán rolas que los asistentes recuerden de esta potente sesión, en la que los nativos de Vermont y Rodhe Island que se conocieron en Nueva York mientras estudiaban diseño y cine, también incluyeron samplers de canciones muy muy famosas y su propia interpretación de algunas como Umbrella de Rihanna con una Kim trepada en el bombo mientras se pasaba el cable del micro por salva sea la parte.
Matt & Kim la rompen en el #CoronaCapitalGDL
Dicen que es su primera vez aquí y gritan: A buuueeeboo caabrooouuuuneees (en espanglish)Momento feliz Número 4 pic.twitter.com/gllHlDqlWL
— Ricardo Salazar ♔ (@salazargdl) April 8, 2018
Pero si de coreografías bizarras hablamos, el premio con honores se lo lleva Daniel Áugúst, de la legendaria agrupación islandesa GusGus. Con una especie de pijama, con short y camisa de manga corta, azul y estampado de nubes blancas, se dedicó a hacer bailes entre egipcios y de música disco, y de vez en vez se daba la vuelta para mover su traserito de un lado a otro, en las tarimas que sobresalían del escenario y que lo hacían quedar casi casi al alcance del público que aplaudía y gritaba. Eso mientras dejaba de cantar, porque cuando él cantaba, la gente bailaba. Bailaba como si fueran las 6 de la mañana en un antro underground en sus mejores tiempos. Los bajos y sonidos oscuros de la música de GusGus hacían vibrar las bocinas de tal forma que hacían pararse los pelos y ponerse a la piel chinita. Potencia pura, potencia ácida. Gran viaje. De esos en los que uno se conecta con el universo, el actual y el anterior, porque generosos, los GusGus atendieron la petición de interpretar algunos “oldtracks”, que con baile y gritos los tapatíos que los tienen en el altar de la música de culto desde hace más de dos décadas, como los DJ´s Cheto y Cobra Snake -que en sus sesiones suelen incluirlos-, agradecieron mucho, mucho.
Qué tal la coreo de Gus Monsanto??
GusGus en #CoronaCapitalGDL pic.twitter.com/9M6MUQeFBY— Ricardo Salazar ♔ (@salazargdl) April 8, 2018
No faltó un track de ese disco súper ácido llamado México que los islandeses editaron en 2014. Y así cerraron, con el vocal envolviéndose en la bandera de México, una que le regaló el público.
Alternando entre ser unos muñecos de plástico, unos robotines y una banda de escuela de esas que acompañan a las porristas en las películas gringas, y en medio de 3 cortinas de cadenas de plata que formaban un cubo perfecto del que la cuarta cara era el público, David Byrne brindó una de las actuaciones más impresionantes de la tarde. Por su capacidad de reinvención, pero además por dos características únicas en el mundo: un concierto con una docena de músicos cuyos instrumentos NO están conectados a ningún cable y además un concierto en el que ninguno de ellos deja de moverse de lado a lado del escenario, y luego para atrás, y luego para adelante, y luego haciendo un círculo o una equis, siempre en una coreografía perpetua. Uniformados por unos trajes grises de dos piezas muy bien ormados a sus cuerpos, con el saco cerrado sobre una camisa también gris y sin corbata ni moño, el grupo multiétnico que acompaña en la música al gran ex vocalista de Talking Heads interpretó viejos y nuevos éxitos, y presumió que no era su primera vez en Guadalajara. Que ya había venido, pero a andar en bici. Sí, aquella vez en que en un Día Mundial Sin Autos presentó aquí su librazo Diarios de Mi Bicicleta –editado en México por esa maravilla editorial llamada Sexto Piso- ese en el que cuenta cómo recorre en rila todas las ciudades a las que va, pues viaja con una Davidcleta plegable que lo lleva a vivir como local las ciudades que visita y eso le permite descubrir aspectos poco conocidos de ellas, como el Museo de la Stasi en Berlín.
Las coreografías de @DBtodomundo son la onda ja ja
Momento Feliz número 6
Presume que no es su primera vez en GDL y que ha venido a andar bici#LoAwo #CoronaCapitalGDL pic.twitter.com/U9sXxrymfR
— Ricardo Salazar ♔ (@salazargdl) April 8, 2018
Byrne en algunos momentos con guitarra eléctrica y otros con una acústica, pero siempre descalzo (detalle que me hizo notar Gonzalo Oliveros) y la mayoría del tiempo sólo con el micro en su mejilla, nunca dejó de moverse, aunque por ratos se paraba al frente del escenario como si estuviera dando un discurso, levantando las manos y apuntando al público, como un predicador que nos llenó de luz y de paz. Más cuando nos recordó que cada día es un milagro, Everyday its a miracle –así se llama el primer sencillo de su material 2018 American Utopía-.
Memorables momentos cuando cantó Like Humans Do, y cuando las percusiones se apoderaron del escenario con I Zimbra / Slippery People y aquello se convirtió en un carnaval. Todos estábamos en Río de Janeiro con David y su bandototota. Mención aparte merecen los coristas a los que por momentos les cedía el protagonismo. Él, un pelirojo, con unas pestañotas y una sombra de ojos azul que, además de la música, era lo único colorido en el escenario, y ella una afro con un vozarrón que merece su show aparte. David Byrne nos llevó de 2018 a 1983 al final de la presentación, pues cerró con Burning Down The House que la gente cantó y aplaudió con gran alegría.
Vino entonces Cut Copy, desde Australia, que dio la nota amarga de la jornada. Apenas empezaban su presentación, se disculparon, pues notaron que algo no sonaba bien, así que dejaron de tocar y se retiraron del escenario hasta que la falla técnica fue resuelta. Dejaron como 20 minutos en silencio al Corona, pero regresaron en un ratito y la ausencia se compensó con una presentación llena de energía que puso a brincar otra vez, más alto, más alto, a los tapatíos y fuereños que se entregaron a su música electro-postpunk-darkwave. Con ellos cayó la noche. La noche cayó bailando rolones como Take Me Over, Need You Now y el momentazo fue el cierre con Ligths and Music. Súper coreada por los presentes, tanto que los dejó con ganas de más. Pero ya no hubo u,u
Momento feliz Número 8.
Guadalajarrraaa cantando con Cut Copy en el #CoronaCapitalGDL pic.twitter.com/WsinezjHFu
— Ricardo Salazar ♔ (@salazargdl) April 8, 2018
Llegó el turno, ya oscurito, entrada la noche, para la señora Alanis Morrisette, quien con un pelo corto y más cachetona que lo que la conocíamos en sus videos puso a cantar a la gente con sus éxitos de siempre. Los más gritados por la concurrencia fueron Thank You y Ironic.
No terminaba doña Alanis su show cuando mucha gente corría como estampida al otro escenario. Sonaban los primeros acordes de The Killers y todo el mundo quería agarrar un buen lugar. Pero llegaron tarde. Mientras veían a Alanis, ya muchos miles habían apartado un espacio privilegiado pegaditos al escenario para ver de cerquita al guapísimo Brandon Flowers, así que se tuvieron que conformar con quedarse a un lado o atrás de la consola. The Killers empezó potente y desde el principio puso a cantar a la banda. Somebody Told Me y Spaceman son las primeras con las que el Brandon vestido con un traje clarito y una camisa rosa como su alma, que brincaba de dos tarimas que lo hacían estar muy por encima del público al luminoso signo de masculino que ocultaba su teclado, se echó a la bolsa al público. Pero cuando se los terminó de ganar fue cuando gritó: “¡¿Qué onda tapatíos?!”
Como hizo hace unos días en la Ciudad de México, Brandon convocó al escenario a un mexicano para que subiera a tocar la batería. Ahí estaba uno muy bueno, buenazo. “Daniel, from Guadalajara”, gritó Flowers y todos le aplaudieron como si se tratara del mismísimo Brandon, pero le aplaudieron más cuando bajó pues se la rifó al grado de que en sus solos logró borrar al showman de The Killers, quien sin problema alguno le cedió el protagonismo.
El mejor día de mi vida #TheKillers #CoronaCapitalGDL pic.twitter.com/hp69dLwqbc
— Daniel. (@dantorendain) April 8, 2018
Read My Mind, Runaways, A Dustland Fairytale fueron de las más cantadas, las que unieron las voces de los 30 mil asistentes en una sola con Brandon, y por momentos sin él, fueron Miss Atómic Bomb y All These Things That I’ve Done. En ésta de plano se calló y se puso a escuchar al público que a capela cantó y cantó:
“I got soul, but I’m not a soldier
I got soul, but I’m not a soldier
I got soul, but I’m not a soldier
I got soul, but I’m not a soldier
I got soul, but I’m not a soldier
I got soul, but I’m not a soldier
I got soul, but I’m not a soldier
I got soul, but I’m not a soldier
I got soul, but I’m not a soldier
I got soul, but I’m not a soldier”
I got soul, buy im not a soldier @thekillers en el #CoronaCapitalGDL pic.twitter.com/ly3nyouvEj
— Mario Co (@mariocobos) April 8, 2018
Para finalizar Brandon dedicó la última rola, Mr. Brightside, a una mujer vestida de novia que se encontraba en primera fila. Y también fue una de las más más cantadas. En tanto que los gritos se dieron cuando una explosión formó una bandera de México con serpentinas y confeti y cuando las cámaras enfocaron a un tanque de agua, como el de WB, que decía Guadalajara.
La bebida de la tarde y noche fue la cerveza. Solita en vasos de un litro, o combinada con chamoy, clamato y chilito por cortesía de algunas de las marcas que montaron su stand en el festival. Algunas con unas áreas de descanso con sillas Acapulco o las clásicas de playa y hasta con puffs para que uno se pudiera tirar a sus anchas a descansar. Espacios que por lo demás, nunca fueron suficientes. Entre la gente gritando y cantando, un grito que se distinguía bien, era el de “¡Whisky-Tequila!, ¡Whisky-Tequila!” que también fueron bastante demandados por la concurrencia. Estas bebidas, los shots con juguito “y un poquito de alcohol” que regaló una marca de condones y las paletas de sabores con alcohol de una marca de ron, hicieron más fácil que cuando salió el guapo Flowers, ya todo el mundo estuviera dispuesto a entregársele.
Ricardo Salazar @salazargdl
Fotos de Jorge Dalca